LA VIRGEN DOLOROSA

El misterio de la participación de la Virgen dolorosa en la pasión y muerte de su Hijo es probablemente el acontecimiento más grande y más intenso que se vive en la religiosidad popular con determinados ejercicios de piedad como: el Vía Crucis y el Vía Matris.

​Estas dos dimensiones de la piedad están idealmente unidas en la Liturgia del Rito romano en el Stábat Mater, “La piadosa Madre estaba”, secuencia nacida en un contexto de intensa religiosidad popular, utilizada en ejercicios piadosos pero también presente en la Liturgia de las Horas y en la Liturgia de la Palabra del 15 de Septiembre, día de la Virgen de los Dolores.

ADEMÁS EXISTEN OTROS EJERCICIOS PIADOSOS.

La Corona de los siete dolores de la Virgen

Que contempla el dolor de la Virgen María a través de siete misterios que encontramos en los Evangelios. Este ejercicio piadoso, por el amor con que ha sido propagado entre el pueblo cristiano, se puede considerar un ejercicio propio de la Orden de los Siervos de María.

  • 1.- María acoge en la fe la profecía de Simeón (Lc. 1, 34-35) ​(Padre nuestro y siete Ave María después de cada dolor)
  • 2.- María huye a Egipto con Jesús y José. (Mt. 2, 23-24)
  • 3.- María busca a Jesús perdido en el templo. (Lc. 2, 43-45)
  • 4.- María encuentra a Jesús camino del calvario. (Lc. 23, 25-27)
  • 5.- María está junto a la cruz de su Hijo. (Jn. 19, 25-27)
  • 6.- María recibe el cuerpo muerto de Jesús. (Mc. 15, 42-45)
  • ​7.- María entrega el cuerpo de Jesús en espera de la Resurrección. (Jn. 19, 40-42)

El Vía Matriz

Siendo una forma análoga al Vía Crucis, es el camino que nuestra Madre recorrió no solo durante la pasión de su Hijo, sino también a lo largo de toda su vida. Es la senda por la que todos caminamos al lado de nuestra Madre. En él meditamos los siete dolores haciendo las lecturas del Evangelio y hermosas oraciones, meditaciones y reflexiones. (El viernes de Dolores lo contemplamos en lugar del Vía Crucis).

El Pésame a la Virgen María

Es un oficio que se celebra el Viernes Santo. María estuvo íntimamente unida a la pasión de su Hijo. María nos recuerda que al pie de la cruz su maternidad se extendió a todo el cuerpo de Cristo que es la Iglesia: “Juan, he ahí a tu Madre” es decir María es Madre de todos nosotros que la acompañamos en su dolor al ver a su Hijo crucificado. Contemplamos a María, la Madre dolorosa, que sufre a los pies de la cruz junto con su Hijo, que llora su muerte, pero que espera su Resurrección.

​La Hora de la Madre

Acompañamos a María en su dolor el Sábado Santo, Jesús ya descansa bajo tierra, envuelto en una sábana, en un sepulcro nuevo. Es el sábado del descanso del Redentor, que lleva a término la obra redentora y salvadora del padre. Hoy Jesús descansa en la fe de la Madre, pues Ella que siempre ha creído, sigue creyendo que su Hijo resucitará de entre los muertos. El Sábado Santo es el gran Sábado de María, es la HORA de su fe, es la HORA en que como Madre de la Iglesia, en nombre de todos los redimidos CREE, ESPERA Y AMA.

Compartamos con María esta HORA DE FE en espera de que Cristo resucite.

MARÍA ES NUESTRO EJEMPLO

Los dolores de la Virgen, se relacionan armónicamente con el camino del misterio de la fe que conoció el sufrimiento, en comunión total con el “Hombre de Dolores”, abierto libremente a la voluntad del Padre.

​La ejemplaridad de María adquiere nuevos matices de profundización, en la siguiente reflexión:
​“En María se manifiesta claramente que Cristo no anula la creatividad de quienes lo siguen. Ella asociada a Cristo, desarrolla todas sus capacidades y responsabilidades humanas, hasta llegar a ser la Nueva Eva junto al Nuevo Adán. María por su cooperación libre en la nueva alianza de Cristo, es junto a Él protagonista de la historia.”

​El misterio del dolor de María de Nazaret, debe insertarse en un contexto más amplio de la historia de la salvación: no solo se contempla ni se venera a la Madre dolorosa por participar en la pasión de Cristo, a fin de vivir su Resurrección, sino para que María como mujer imagen de la Iglesia inspire a los creyentes el deseo de estar al pie de las infinitas cruces de hombres y mujeres que sufren, para poner allí, aliento, presencia liberadora y cooperación redentora.

​María de Nazaret, como mujer del dolor, puede recordar a hombres y mujeres de nuestro tiempo, inquietos y preocupados por la importancia de las cosas materiales, que la confrontación con la Palabra de la Verdad y su manifestación, pasa por la experiencia de la espada del dolor, que traspasa el alma pero que abre una nueva conciencia y una misión renovada que va más allá de lo material y de la voluntad del hombre y la mujer, puesto que brota del corazón.

La Asunción de la Virgen María en Cuerpo y Alma a los Cielos

LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO, ES UNO DE LOS 4 DOGMAS MARIANOS.

ES UN DOGMA DE FE.

MARÍA SANTÍSIMA FUE LLEVADA AL CIELO EN CUERPO Y ALMA, ACONTECIMIENTO QUE CELEBRAMOS EL 15 DE AGOSTO.

La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, estar en la gloria de Dios y en la alegría de tener una Madre que ha alcanzado esa meta, hacia la que nosotros caminamos. La maternidad divina de María fue el mayor milagro y la fuente de su grandeza, pero Dios no coronó a María por su sola maternidad, sino por el cumulo de virtudes: su caridad, humildad, pureza, paciencia, mansedumbre, amor, alabanza y agradecimiento. María fue perfectamente fiel a la voluntad de Dios en su vida. El “Hágase en mí según tu Palabra” que vivió con tanta fidelidad siempre, la llevó a vivir en plenitud la gloria de Dios.

El Papa Pio XII definió como Dogma de fe la Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos el 1° de Septiembre de 1950.
DICE: “PRONUNCIAMOS, DECLARAMOS Y DEFINIMOS SER DOGMA DE REVELACIÓN DIVINA QUE LA INMACULADA MADRE DE DIOS, SIEMPRE VIRGEN MARÍA, CUMPLIDO EL CURSO DE SU VIDA TERRENA, FUE ASUNTA EN CUERPO Y ALMA A LA GLORIA CELESTE”.

La fiesta de la Asunción es “La fiesta de María”, la más solemne de las fiestas que la Iglesia celebra en su honor. Este día celebramos todos los misterios de su vida. La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos. Todos queremos llegar a Dios y en eso trabajamos todos los días esta es nuestra esperanza, María la ha alcanzado ya. Lo que ella ha alcanzado nos anima a nosotros. Lo que ella posee nos sirve se esperanza.

Tú también puedes ser llamado

Únete. La Virgen te llama a ser un laico Siervo de María.